05/08/2015
Marianne Williamson escribió: “Nuestro temor más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra sólo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros”.
El Síndrome de Solomon es un trastorno que tiene como particularidad que la persona que lo padece evita destacar o sobresalir por encima de las otras como consecuencia de distintas presiones que el entorno ejerce sobre él. Solomon Asch fue el psicólogo norteamericano que detectó este síndrome mediante un experimento realizado en 1951. La conclusión que extrajo fue que las personas estamos mucho más condicionadas por nuestro entorno de lo que creemos. De este modo, para Solomon “la conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”.
Los expertos afirman que el Síndrome de Solomon lo padecen las personas con conductas basadas en la escasez de toma de decisiones y en la adopción de comportamientos que evitan sobresalir en un grupo social determinado. Todo esto hace que, al final, las personas se queden en una posición vulnerable.
La condición humana lleva consigo algunas connotaciones negativas. Detrás del Síndrome de Solomon se esconde la baja autoestima y la escasez de confianza en nosotros mismos. Es por eso que, en general, tendemos a opinar del mismo modo que la mayoría: el miedo a ser diferentes condena, en cierto modo, el talento y el éxito propios, pero también los ajenos. Sobre todo en épocas de crisis económica, el triunfo ajeno está mal visto.
Pero detrás del Síndrome de Solomon lo peor que se esconde es la envidia: surge cuando nos comparamos con otra persona y consiste en un sentimiento de tristeza al observar el bien de los demás. Con ella se despierta, a la vez, un sentimiento de inferioridad y, en conclusión, todo ello nos impide alegrarnos por los éxitos ajenos.
Cuando el Síndrome de Solomon aparece en la empresa, es fundamental poner soluciones por parte de la cúpula directiva. Veamos algunas maneras de mejorar el clima ante estas situaciones:
• El equipo. Cada departamento trabaja conjuntamente para lograr unas metas previamente establecidas. Pero no es adecuado trabajar individualmente: debemos fomentar el sentimiento de equipo para que las personas sientan que trabajan conjuntamente y se consideren parte implicada de los éxitos. Es decir, no debemos personalizar los éxitos, sino atribuirlos al equipo.
• Reconocimientos positivos. Cuando un proyecto está indudablemente bien hecho, debemos proceder a un reconocimiento del equipo que así lo ha logrado. Para ello, es importante comenzar por verbalizarlo y por premiar a los integrantes.
• Los errores no son fracasos. Todos cometemos fallos en nuestra vida, tanto a nivel profesional como personal y académico. Es por este motivo que los errores cometidos no deben castigarse, sino utilizarse como una manera alternativa de aprendizaje. Por ejemplo, dentro de un equipo de responsables es importante poner prácticas para mejorar los puntos débiles de cada persona. En la resolución habrá personas que no habrán encontrado el camino más adecuado para este simulacro de problema, pero equivocarse les permitirá no caer en el mismo error cuando la actividad de la empresa requiera tomar una decisión semejante.
• Cooperar. Reid Hoffman, fundador de LinkedIn, afirma que “no importa cuán brillante sea tu mente o tu estrategia: si estás jugando solo, siempre perderás ante un equipo”. Trabajar en los proyectos desde una perspectiva cooperativista permite a las personas aprender de la ayuda mutua y de las virtudes y defectos de los demás. Además, se suman las los puntos fuertes de todas las personas que lo integran y, de este modo, se logra combatir las debilidades de cada individuo.
• Resiliencia. Se trata de la “capacidad de una persona para superar circunstancias adversas” y permite aumentar la flexibilidad y ganar en autoconfianza. Esto puede mejorarse mediante sesiones de coaching que, a su vez, pueden ir en la dirección de fomentar el sentimiento de pertenencia a un equipo.
• Asertividad. Es uno de los temas fundamentales cuando queremos minimizar el Síndrome de Solomon en la empresa. Pero comencemos por definir la asertividad: consiste en la “habilidad personal que nos permite expresar de forma adecuada nuestras emociones frente a los demás”. Esto permite que nuestras opiniones no ofendan a las personas implicadas y, por eso, consigue reducir los efectos tóxicos del síndrome en cuestión en nuestro clima laboral.
A largo plazo, conseguiremos que el miedo a destacar por encima de nuestros compañeros desaparezca. Pero para ello, además de trabajar los aspectos anteriores, también es importante evitar la conformidad, buscar nuestra identidad (lo que nos diferencia de los demás) y superar el miedo a destacar por temor a no encajar en el equipo. Sólo así lograremos ser mejores y, a la vez, trabajar en la dirección correcta para conseguir las metas que nos plantean nuestros superiores.