15 de mayo de 2015
Las reglas gramaticales nos dan los conocimientos. Ser capaces de entablar conversaciones, de preparar discursos y de hacer presentaciones garantiza que seamos capaces de convencer. Y convencer será siempre vencer.
La destreza oral es la capacidad que tiene una persona para comunicarse con soltura. En los últimos años ha ganado aún más importancia la capacidad de las personas de dominar su idioma y, también, idiomas extranjeros. Pero dominar dichos idiomas no consiste exclusivamente en conocer las reglas gramaticales y sus excepciones o el vocabulario. Conocer un idioma comporta, ineludiblemente, que seamos capaces de hablarlo con soltura y de convencer a nuestro interlocutor.
Hablar en público es un trabajo difícil porque su objetivo es convencer a la audiencia de lo que estamos diciendo. Así, lo más importante es que nosotros creamos en todos y cada uno de los puntos y comas que hemos introducido en nuestro discurso.
Hablar en público es un proceso que comienza aprendiendo a controlar nuestro cuerpo. Los gestos, lejos de distraer a la audiencia, deben ser las tildes de las palabras más importantes y centrar la atención en lo que se dice mediante el cómo lo estamos diciendo. En la línea del cómo decimos lo que decimos, entra todo lo relativo a la entonación y la vocalización. La primera nos permite dar énfasis a las partes de nuestra presentación que queremos que ganen protagonismo y, por su parte, la vocalización permite que nuestro discurso sea inteligible para toda la audiencia.
En cada una de las ocasiones en las que vayamos a hacer una presentación es fundamental que hayamos tratado de conocer a nuestro público: cuál es su función en la empresa, cuál es su relación con nosotros, cuáles son sus intereses, cuáles son sus aficiones o algo tan sencillo como su paternidad o maternidad. Esta información nos permite comenzar con alguna expresión genérica que empatice con el público y consiga romper el hielo.
En cuanto al contenido de nuestra presentación, debe estar adaptado a las expectativas de nuestro interlocutor. No es lo mismo hacer una presentación para el departamento de finanzas que para el de recursos humanos. Del mismo modo, no tiene nada que ver hacer una presentación para un proyecto científico que para un estudio sobre sociología. En cada situación tenemos a una audiencia con unas inquietudes concretas y con unos conocimientos más o menos amplios en la materia. No sólo debemos explicar lo que quieren saber, sino que también debemos utilizar un vocabulario técnico y, a su vez, ser capaces de hacer las definiciones oportunas para asegurarnos de que todos comprenden exactamente de qué estamos hablando.
La importancia de lo que hemos expuesto es tal que, incluso, diferentes instituciones oficiales de enseñanza de idiomas coinciden en que “la conversación se ha impuesto a la gramática”. De hecho, las clases en las aulas de los colegios, los institutos, las universidades y las academias son cada vez más bidireccionales. Sólo de esta manera garantizamos que las personas sean capaces de comunicarse con soltura en lenguas extranjeras.
El aprendizaje de otros idiomas en nuestro país no es algo de lo que alardear. Diferentes expertos coinciden en que los principales problemas son: de un lado, la falta de contacto constante con la lengua y, por otro lado, las dificultades de pronunciación. De hecho, en España sólo el 51% de la población conoce otro idioma, mientras que en el conjunto de la unión europea esta cifra aumenta hasta superar el 66%.
Esta realidad debe comenzar a tratarse, como se está haciendo, en el sistema educativo de nuestro país. Es fundamental garantizar que un alumno que va a entrar en la universidad conozca y hable con facilidad un idioma extranjero. Pero las personas que tienen entre 25 y 64 años, independientemente de su grado de formación y su ocupación, deben tener inquietudes por las lenguas extranjeras, fundamentalmente por el inglés.
La lengua anglosajona se ha convertido en el idioma de los negocios. De esta manera, contar con un capital humano que la conoce nos permite mejorar la calidad de los servicios en un mundo globalizado en el que todas las empresas se relacionan en uno u otro aspecto fuera de las fronteras de nuestro país. Además, en caso de tener que enviar a trabajadores de la empresa a otros países del mundo, las personas que saben inglés se sentirán más seguras y, con lo cual, aumentará su grado de confianza.
Como hemos mencionado en diferentes ocasiones, la formación constante y el aprendizaje diario nos permite entrenar a nuestro cerebro. Existen diversos estudios que afirman que el conocimiento de lenguas extranjeras disminuye el riesgo de padecer enfermedades como el Alzheimer.
Para finalizar, el aprendizaje de otros idiomas nos permite conocer nuevas culturas gracias a nuestra mayor predisposición a entablar conversaciones con personas del país que estamos visitando.
El conocimiento siempre es positivo y fomentarlo desde la propia empresa es una oportunidad para contar con un capital humano formado y preparado. Descubre los cursos bonificados de idiomas y consigue un equipo capaz de mejorar las relaciones internacionales de tu empresa.