24 de abril de 2015
En España hay ya 3.787.400 personas con discapacidad
Los datos hablan por sí solos: en España prácticamente cuatro millones de personas mayores de 6 años sufren algún tipo de discapacidad. De estos, el 10% la adquirió tras un accidente y el 70% por enfermedades diversas. Los más graves, que suponen prácticamente un millón de personas, tienen una incapacidad total o parcial por sus dificultades para desempeñar una labor o, incluso, la imposibilidad de trabajar. En muchas ocasiones, las personas sienten la capacidad de trabajar y, según fuentes expertas, la exigencia del mundo laboral puede ayudar incluso más que los sistemas de rehabilitación porque supone “recuperar la propia vida y […] porque todos queremos sentirnos útiles a la sociedad”, afirma Álvaro Bilbao, neuropsicólogo del Centro de Referencia Estatal de Atención al Daño Cerebral.
Esta realidad social obliga a las instituciones públicas a tomar medidas que aseguren su empleabilidad. Es por este motivo que las empresas, públicas o privadas, de más de 50 trabajadores están obligadas a tener un 2% como mínimo de personas con discapacidad contratadas. Existen algunas excepciones relacionadas con la imposibilidad de atender a la oferta de empleo o con cuestiones de carácter productivo, organizativo, técnico o económico que imposibiliten dicha incorporación. Pero estas excepciones suponen, también, medidas alternativas como, por ejemplo, los contratos mercantiles o civiles con centros especiales de empleo para el suministro de materias primas o de maquinaria o las “donaciones y acciones de patrocinio siempre de carácter monetario para el desarrollo de actividades de inserción laboral y de creación de empleo de personas con discapacidad”, entre otros.
Las empresas, al contratar a personas con discapacidad, reciben ayudas. Un ejemplo son aquellas que se dan al celebrar un contrato con una persona con una discapacidad igual o superior al 33%: se recibe una subvención de 7.814€ por cada contrato indefinido a jornada completa y bonificaciones del 100% en las cuotas empresariales de la Seguridad Social. Para garantizar la accesibilidad al puesto de trabajo, se realizan subvenciones para eliminar las barreras arquitectónicas. Además, en los contratos para la formación y el aprendizaje no se establece límite de edad máxima y la duración del contrato podrá ampliarse hasta cuatro años.
En el supuesto de transformación en indefinidos las empresas tendrán derecho a las mismas bonificaciones que en las contrataciones indefinidas iniciales durante toda la vigencia del contrato.
Para garantizar la correcta adaptación social y laboral de trabajadores con discapacidad se realiza un programa de empleo con apoyo. En él se recogen acciones de orientación y acompañamiento individualizado. El objetivo es apoyar al máximo al trabajador, hacer un seguimiento de su inserción en el puesto de trabajo y asesorar a la empresa sobre el proceso. Podéis consultar los detalles de la legislación en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de paro de las personas discapacitadas era del 35% en 2013: nueve puntos por encima de la población sin discapacidad. Por otra parte, “el 88,4% son personas asalariadas y, de ellos, el 79,2% tenía contrato indefinido”. Se concentran principalmente en actividades sanitarias y servicios sociales y en industrias extractivas y manufactureras. Le siguen de cerca los sectores de la Administración Pública y defensa y las actividades administrativas y servicios sociales.
Cabe destacar que las “personas con deficiencias auditivas presentaron las mayores tasas de actividad” y que, “en el extremo opuesto, la deficiencia intelectual registró las menores”. Estos datos ponen en evidencia que se ha de realizar aún una labor importante en términos de políticas ocupacionales para dichos colectivos para garantizar su correcta integración social y, con ella, una vida tan autónoma como sea posible. Podéis encontrar toda la información sobre El empleo de las personas con discapacidad en el informe de Explotación de la Encuesta de Población Activa y de la Base Estatal de Personas con Discapacidad. Año 2013.
Les etiquetamos como discapacitados, pero en realidad esconden grandes capacidades. Los autistas tienen una gran memoria y capacidad de concentración. A nivel de valores personales, destacan por su honestidad, el perfeccionismo de los pequeños detalles y su intolerancia a los errores. Tanto es así que son cada vez más las empresas que buscan a personas con estas características.
Por ejemplo, el sector informático requiere que, para las labores de programación y testeo de los productos, los trabajadores sean capaces de concentrarse y no distraerse en ningún momento. Estas características las reúnen los autistas: son personas con una inteligencia emocional limitada y con dificultades para trabajar en equipo, pero con excelente rendimiento en el trabajo individual.
Pero la inserción de los autistas y personas con otros trastornos en el mundo laboral no beneficia exclusivamente a las empresas. De hecho, trabajar se convierte en muchas ocasiones en la terapia con mayores rendimientos.